jueves, 15 de diciembre de 2011


Miré mis manos. Estaban arrugadas, sin rastro de juventud y con la sangre de las venas envuelta en girones de años. Tenía la piel oscura y recordaba cómo tiempo atrás, tiempo que hoy veía como siglos, había mirado lo mismo y la piel estaba lisa, las uñas pintadas de rojo y una sonrisa en mi vida. Rememoraba cada poro de su piel que había rozado con aquellos dedos, cada lunar que se había convertido en estrella, cada caricia que rompía los esquemas de mi corazón. Tal vez ya no quedaba nada, ni siquiera… 

2 comentarios:

  1. Muy bonito el texto. Afortunadamente aún somos jóvenes y falta mucho hasta que esto nos pase a nosotros :)
    Un guiño desde:
    http://lo-que-perdi-en-el-desvan.blogspot.com/

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