viernes, 24 de febrero de 2012

Cuando todo sube, lo único que baja es la ropa.

¿Sabes? Me apetecía rozar tu piel, de una manera simple, debíamos empezar por ahí. La cama se había convertido en algo más que un colchón, ahora era una nube para dos, una limusina hecha a medida, un lugar para un nosotros que tarde o temprano se haría uno. Las luces de la ciudad tintineaban a nuestras espaldas, el cielo hoy nos miraba de una manera casi imposible de descifrar. Estaba mal, muy mal y eso era lo mejor de todo. Las sábanas besaban nuestros cuerpos, desnudos, con más vida que nunca, encendidos, ardientes, con ganas de elevarse hasta el infinito. Recuerdo que los susurros hacían que mi piel temblase, no pensábamos en nada más. La noche ya no era oscura, alumbramos el universo.


1 comentario: